martes, 28 de septiembre de 2010

Las mentiras de un gordo sinvergüenza

En este país de botarates por lo visto ya se toma por verdad la mentira, sobre todo si viene de alguien a quien chupar el culo, y si ese alguien está ya relacionado con el nacionalsocialismo psoísta, oiga, que da igual que tengamos testigos y pruebas contra él, que es inocente porque nos sale de los cojones, y el que diga lo contrario es un facha, xenófobo y ya puestos machista. Y digo todo esto por el último y enésimo escándalo que ha saltado en torno al orondo sindicalista vividor, caradura y sinvergüenza Cándido Méndez. Individuo que, como su fisonomía bien refleja a las claras, gusta del buen comer. Algo que no sería en absoluto criticable si no fuera porque esos trabajadores a quienes el muy mamón dice defender ya no tienen ni trabajo, ni dinero, ni comida que echarse a la boca. Pero por supuesto el señor, muy cerdo él, sí que continúa bien cebado a costa del dinero que bajo mano le llega del desgobierno hijo de puta que controla España, dinero que, a fin de cuentas, sale de los bolsillos de todos los españoles, aunque no queramos.

Pero me centro en el tema. Este gordo cabrón es un auténtico sinvergüenza, y lo peor de todo es que también un mentiroso compulsivo. El muy hijo de mala madre va de líder de los trabajadores, de sufrido luchador por la clase obrera, mientras todos los putos días se pone ciego hasta la médula en el restaurante más caro de Madrid. Y esto ni lo digo yo porque me sale de las pelotas, ni lo suelta el diario La Gaceta porque no tiene nada mejor que escribir, ni se lo inventa nadie porque sí. Los propios empleados de este restaurante, cansados de ver comer a este puerco rollizo, y cansados, lo que es bastante peor, del despotismo y mala educación de semejante hijo de la gran puta hacia los que le sirven los manjares, han denunciado a los cuatro vientos que este señorito es cliente habitual del lugar, y que hay días que incluso aparece en varias ocasiones. Pero no, todos debemos de ver visiones, incluso los que le sirven la comida a diario, porque el marrano Méndez dice que él no hace más que ir a tomar pinchos con los amigotes a tabernas de mala muerte. Aún así, le diría a este perro sarnoso que varios millones de españoles no pueden ni tomarse esos pinchos por su culpa y la de su íntimo hijo de zorra Zetamierdoso. Pero para qué trabajar por ellos si él prefiere llenarse el buche y cobrar dinero bajo mano. Sindicalistas, es lo que hay.

Para que este circo del despropósito y el insulto al ciudadano sea completo, no podíamos obviar la figura del payaso, el bufón mediático que, como suele pasar en estos casos, muy poquita gracia tiene. Y en esta ocasión el turno para mostrar su giliprogrez anormal le ha tocado al maricón caracráter Jordi González, especialista en programas basura y en contertulios que echan espumarajos por la boca. El puto volcán de los cojones entrevistaba hace algunos días a su amiguito el cerdo rollizo Méndez y le preguntaba al respecto de toda la información que acabo de comentar. El gordo se reía y decía que todo esto eran inventos de la extrema derecha (¿los trabajadores del restaurante?), mientras el sodomizado pseudo-periodista se reía del trabajo de investigación del rotativo La Gaceta, diciendo que él nunca leería periódicos de esa índole. Claro que no, antes que escuchar a verdaderos profesionales de la información, prefieres que te metan por el culo varios ejemplares de Púbico soltando gilipolleces y convirtiendo las mentiras de sindicalistas, zetaparistas y demás engendros nazisociatas en verdades muy difíciles de creer salvo para gentuza con cerebro de mosquito como tú. A toda esta escoria habría que colgarla por las pelotas de una farola hasta que se disequen, hijos de puta jodevidas de los cojones.

Voy a acabar el post de hoy con una noticia que me acaba de llegar justo cuando estaba redactando estas líneas. No en relación directa con el asunto pero sí con sindicalistas malnacidos de por medio, como no podía ser de otra manera. Parece ser que el presidente del equipo de fútbol del Mallorca ha sido destituido de su cargo por una inexistente denuncia por acoso sexual. Y he dicho bien, inexistente. En este país de retrasados ya hemos llegado a un punto de psicosis feminoide en el que solamente un rumor ya puede joderle la vida a alguien, aunque no haya ni una puta prueba. La acusadora, manda narices, una trabajadora de la embajada española en Austria AFILIADA A LA UGT. Con esto está todo dicho sobre la catadura moral de la señora. Claro que, sabiendo que una falsa denuncia es un delito (aunque cada vez menos), la pájara ya directamente ha optado por lo más divertido y rentable en esta nueva España del disparate, airear la mierda por todos los medios de comunicación. Y da igual que sea mentira, como ella es una mujer y el acusado un hombre, pues tipo que pierde su puesto de trabajo, así por las buenas y porque es la moda. Qué pena que no esté de moda destripar a nazisociatas hijos de puta, porque entonces yo sí que me iba a apuntar a ello, ya te digo.
 
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