Voy a dejar el tema, ya lo comenté ayer, y cada vez que escucho algo más al respecto me pongo muy nervioso ante la falta de escrúpulos de una justicia bastarda y ante la asquerosa obsesión por esa nueva moda que versa sobre encarcelar a cuantos más hombres mejor. Dicho esto, aprovecho el post y la ocasión para firmar una pequeña retirada durante unas cuantas semanas. El vikingo se marcha a dar un pequeño tour que ya veremos cómo acaba. Intentaremos quitarnos de encima la desinformación del régimen, la locura de esta asquerosa dictadura zapateriana y los dedos que señalan a todo el que se postule contra el neonazi monclovita. Tampoco voy a liberar mis tensiones del todo ya que no saldré de este, a día de hoy, lamentable país, con lo cual estoy expuesto a que por mi raza, sexo o nacionalidad se me entalegue sin razón alguna en cualquier momento, pero es lo que nos toca vivir en esta pocilga psoísta de los cojones donde vivimos. En cualquier caso, intentaré que una buena ración de puros y cervezas me quiten las penas allá donde me encuentre, cosa harto complicada después de que estos malparidos ya me hayan jodido la vida por completo.
Quién sabe, quizá nunca más vuelva porque acabe muerto por el camino, o tal vez me den muerte, porque con toda la caterva de sudakas, negratas y demás delincuentes foráneos con los que nos han inundado algunas ciudades, la vida ya vale menos que un pepino. Ayer, sin ir más lejos, salí de casa cinco minutos, y una vez más no conseguí ver a nadie de mi misma nacionalidad. Coño, y resulta que soy español y vivo en España, no en Indonesia, y no conseguí ver a ningún otro español. Y no es que precisamente los negratas con los que me cruzara fueran trajeados a currar ni los sudakas estuvieran cargando camiones como mulos. Qué cojones, esta escoria paseaba sin rumbo, mirando a un lado y a otro a ver dónde encontraban una buena presa que les diera el sueldo del día y pegando alaridos como animales salvajes en mitad de una selva perdida en los confines del mundo. A decir verdad, esto ya se ha convertido en una selva, no sé de qué cojones me extraño. En fin, amigos, que me marcho y no sé si volveré. Mientras tanto, otros muchos bloggers siguen su lucha, día a día, contra el fascismo zetaparista. Leed sus reflexiones y despertad, ciudadanos españoles, despertad antes de que la muerte y la desolación que algunos ya sufrimos os alcance a todos.