sábado, 12 de septiembre de 2009

El sudaka del bate de béisbol

Hace un par de días mi viejo amigo Ernesto me contó una historia que le aconteció no hace mucho y que, encajando perfectamente en el actual surrealismo por el que navega este país dirigido por auténticos perturbados mentales, nos muestra muy a las claras cómo estamos y a dónde vamos, jodidos y a tomar por culo. Todo comienza una noche, como tantas otras, en que mi amigo Ernesto, aficionado a las copas nocturnas en locales de rock'n'roll, pulula por entre diferentes garitos de esta índole ubicados en el casco antiguo de la ciudad. Le acompañan otros dos buenos amigos, habituales de estas farras que acontecen las noches de fin de semana y que sirven para liberar el estrés de una cotidianidad que por expreso deseo de unos hijos de perra que a día de hoy desgobiernan España se está convirtiendo en una auténtica pesadilla. Y es así como entre copas, chistes y anécdotas, van pasando las horas para estos tres amigos rockeros que nunca se habían preocupado excesivamente por los asuntos de la vida hasta que un soberano hijo de la gran puta llegó a la poltrona monclovita asesinando a doscientas personas.

Pero a lo que vamos, el surrealismo que nos invade con situaciones que rozan la locura, como la que les aconteció a estos tres amigos alrededor de las cuatro de la madrugada. Ya prácticamente siendo la hora de la retirada, de pronto, y sin venir a cuento ni mediar palabra, de una oscura esquina sale un sudaka zumbado con un bate de béisbol y comienza a dar batazos al aire intentando cazar a Ernesto y sus colegas. Pero así, por las buenas, porque esta gentuza es así y estas son sus costumbres, hacer el ANIMAL. Digamos que mi amigo Ernesto es un tipo bastante alto y corpulento, así que tras esquivar la primera embestida del mono chiflado, le arrebató el bate sin demasiados problemas y se encaró a él llamándole "sudaka de mierda hijo de puta", que al fin y al cabo es lo que es semejante pedazo de mierda. Ya tenemos la trifulca armada, el sudakón beisbolero ahora se tira al suelo, se pone a llorar y va de víctima, la gente se agolpa, aparece la policía y Ernesto y sus amigos son esposados y llevados al calabozo. Por supuesto el mono hijo de puta interpone la correspondiente denuncia y hale, a juicio.

Y he aquí que se celebra el juicio, donde el fiscal, insistente como él solito, no hace más que preguntar a Ernesto si ha llamado "sudaka de mierda hijo de puta" al simio del bate, a lo cual él intenta responder "sí, pero nos atacó con un bate". "¿Le ha llamado sudaka de mierda hijo de puta?", "sí, pero nos..." Nada, juicio visto para sentencia, ochocientos pavos de multa saliendo directamente del bolsillo de un currante español que es atacado en plena noche, de los cuales el mono salvaje se quedará con una buena parte y el resto para comilonas zetaparianas y trapitos para la vicebicho. Ernesto se queda con una excelente ficha delictiva en la cual ya tiene antecedentes por esa palabreja que tanto gusta a los giliprogres de los cojones, "xenofobia", y aún puede dar gracias a que la acusación por agresión que el sudakón de mierda quería llevar adelante no pudo ser demostrada y no se fue directo al talego porque sí, porque él es español y a día de hoy en esta nueva España de ZP, eso significa que no tienes ni un puto derecho, especialmente si te tienes que enfrentar a un asqueroso sudaka delincuente de mierda. En fin, si los que nos tienen que defender no nos defienden, pues nada, ley del talión. Sudakas despellejados y colgados por los huevos de farolas y que nos llamen xenófobos un poquito más, que ya hasta nos gusta.
 
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