jueves, 28 de enero de 2010

Cogorza de vino

Hoy no pensaba escribir nada, la chuza de ayer noche me ha dejado una resaca de mil demonios y esto no hay dios que lo soporte. Y eso que tengo muchas cosas de qué hablar y veinte mil insultos preparados para los nazisociatas, pero joder, es que estoy jodidamente mal. Así que, con vuestro permiso y sin él también, voy a delirar un poco delante del teclado mientras escucho el alboroto callejero al otro lado de la ventana, conductores que pierden los nervios, sirenas médicas y policiales, alaridos de diversa índole e incluso negros persiguiendo a alguna víctima para robarle todo su dinero o rajarle el cuello. Qué hermoso panorama. A lo que iba, que el caso es que ayer tenía delante una garrafa de cinco litros de vino de priorato y no sabía muy bien qué hacer con ella. O sí que lo sabía pero me resistía. En fin, que soy débil, y como tampoco tenía un duro para comprar nada para cenar, pues decidí que el fruto de la vid era una buena opción. Sí, ya sé que no alimenta mucho, pero menuda cogorza, majos.

Para acabar de rematar el tema, y mientras miraba la garrafa y todavía estaba en la duda de si decidirme o no, apareció por mi morada el Tatus. ¿Y quién es el Tatus?, os preguntaréis. Bueno, pues el Tatus es un tipo que estuvo tres años en chirona por meterle un hachazo a un moro. A primera vista suena bien, eh. Pero no lo mató, gran fallo. Él sostiene la teoría de que si se lo hubiera cargado, cortado en pedacitos y tirado a un contenedor, nunca hubiera pasado nada, pero como un moromierda ilegal aquí tiene más derechos que tú, yo o cualquiera que sea hombre, blanco, español y heterosexual, pues hale, Tatus al talego. Allí también hizo gala de su saber estar amenazando a su compañero de celda, bastante oscuro de piel, por cierto, con hacerle cualquier noche lo mismo que él hacía a su mujer. Parece ser que el moreno propinaba buenas palizas a su señora. Bueno, pero todo esto, como el propio Tatus suele decir, son banalidades. Lo que importa es que se presentó voluntario para echar una mano en la ardua tarea de bajarse los cinco litros de priorato.

Y poco más hay que contar, vasito tras vasito el colocón fue creciendo hasta acabar la garrafa y tener incluso que echar mano de alguna botella auxiliar que había por ahí guardada de vino de la tierra, malo como él solo. Pero bueno, qué más da, esto no son las bodas de Canaan y aquí sí que podemos sacar el vino malo al final, con la chuza ya ni nos enteramos y encima a esas alturas ya cualquier cosa entra de puta madre. En un momento dado de la noche, y mientras el Tatus ya comenzaba con su habitual "qué delirio, qué delirio", creo que comencé a encender velas por toda la casa, lo que no sé es como no se pegó fuego el edificio entero. Me parece que estábamos comentando algo sobre los abusivos recibos de las compañías eléctricas y de lo hijo de puta que es Zetaparo que es un ladrón malparido y un lunático que no va a parar hasta matar de hambre y miseria a todos los españoles. En fin, nada nuevo, la mierda que nos ha tocado en desgracia desde hace seis años. A decir verdad, para seguir así, casi que prefiero pegarme un tiro... o seguir bebiendo vino. Salud, amigos.
 
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