jueves, 13 de marzo de 2008

El jugador

La ruleta vuelve a dar vueltas, decenas de ojos contemplan su girar, observando con minuciosa precisión el lugar por el que circula a cada instante esa pequeña bola que, dependiendo del sitio en que caiga, puede ser vital o letal. La lentitud se apodera del antes rápido diámetro de aquella circunferencia mágica. Todo se va parando poco a poco, incluso los acechantes ojos de los allí presentes. Finalmente un sinuoso ruido entre el angustioso silencio deposita la bola en un número determinado.

La indiferencia puede con el aroma creado de antemano, las miradas se desvían, perdiéndose entre irónicas sonrisas o gestos de evidente enfado. Sólo uno de todos aquellos personajes no refleja emoción alguna, sus ojos siguen fijos en aquella bailarina ruleta que no puede salir de su mente. Como saliendo de un extraño sueño, da media vuelta y encara sin ninguna prisa la salida. Un curioso sirviente le abre la puerta mientras le despide con una cordialidad que para él pasa desapercibida, ensimismado todavía por efecto del girar agonizante de aquella rueda infernal.

La puerta se cierra tras él y comienza una lenta evolución escaleras abajo que muy pronto le puede dejar en la calle. Mientras baja los escalones suavemente aferrado a la barandilla, gentes de las más distintas formas se cruzan con él en dirección contraria mientras hablan y ríen. En unos instantes llega hasta abajo y cruza sin detenerse la gigantesca puerta que da paso al frío exterior. El asfalto de la angosta calle está mojado, y el ambiente es húmedo, como insinuando una lluvia intermitente que parece reiniciarse por momentos. Sus pasos comienzan a alejarse de allí.

La luz de las pocas farolas que quieren alumbrar la noche provoca sombras a su alrededor, pero su mirada, fija en el suelo, parece prestar exclusiva atención al ritmo de sus pasos, que rechinan por todo el lugar. La calle llega a su fin y aparece de pronto, como surgiendo de la nada, una enorme plaza desierta pero muy iluminada, cuya luz resulta incluso molesta a los ojos de este personaje. Su caminar se detiene, observa a su alrededor, y comienza a mover su mano izquierda hacia el bolsillo de su chaqueta. En su mano hay ahora una pistola, apunta a su cabeza, respira hondo, y dispara.
 
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