martes, 18 de noviembre de 2008

Un problema muy grave

La inmigración. A día de hoy y desde hace algunos años el problema más grave que tiene que sufrir España. Y la incompetencia o las pocas ganas de los diferentes ejecutivos con respecto a este tema es algo que nos debería de alarmar más que mucho. La inmigración ha traído un problema de delincuencia e inseguridad ciudadana sin precedentes en España, y yo casi me atrevería a decir en ningún país del mundo. Ciertas ciudades de nuestro país se han puesto a la altura de lugares como Lagos o La Habana en peligrosidad y han pasado por encima de capitales con leyendas tan negras como Londres o la propia Nueva York. La criminalidad es insostenible, pero además la cantidad de problemas sociales y laborales que se han creado en España en los últimos tiempos a consecuencia de este fenómeno es algo completamente escandaloso. Y aquí sí que podemos señalar con el dedo a los principales culpables de esto, unos políticos surrealistas que viviendo dentro de sus propias burbujas no han tenido mejores ocurrencias que crear leyes que beneficien a toda esta gentuza.

También es cierto que la imagen que se tiene de la inmigración en una gran número de lugares del país (aún no demasiado castigadas) es completamente irreal, distorsionada y manipulada por unos medios desinformativas que rayan en lo vergonzante cuando afrontan este tema, muchas veces bajo el lema "español malo, inmigrante bueno". Pero cuando nos acercamos a la zona sur de la península, al levante o a las grandes capitales, los números cantan por sí solos. Ciudades como Alicante o Valencia ya tienen más población inmigrante que autóctona. El caso de esta última es especialmente sangrante, donde de una población de 750.000 habitantes se ha pasado a más de dos millones a consecuencia del fenómeno migratorio. Si a eso añadimos el curioso dato de que el 90% de los nacimientos en esta capital levantina son de hijos de inmigrantes, ya tenemos pleno de locura. Que tampoco nos extrañe, si cuando una pareja española se decide a tener descendencia encuentra que todas las ayudas son para esta gente, pues lo lógico es enfundarse la polla o consumir anticonceptivos como si fueran aspirinas. En algunos barrios de estas ciudades (y no precisamente de bajo nivel) puedes andar durante media hora sin ver a ningún español.

¿Y qué hacen nuestros queridos partidos políticos al respecto? Acomplejarse. Los nazisociatas ahora han decidido que su nueva fuente de votos tienen que ser los negros, los sudakas y los moracos. Por tanto su política va a ser siempre la de cuántos más vengan mucho mejor, incluso aunque de puertas hacia fuera salgan sus representantes diciendo cosas un poquito diferentes (que no mucho). ¿Repatriaciones? Cero. ¿Regularizaciones? Por doquier, hasta incluso a delincuentes que ya tienen una orden de expulsión preparada. Y claro, luego se les llena la boca con "racismo", "xenofobia" y cuarenta mil chorradas más. El día que un sudakón viole a la hija de ZP veremos si piensa lo mismo el iluminado hijo de puta. Aunque tampoco vamos a salvar al partido de las medias tintas, el PP, que si bien empezó a atisbar en plena campaña electoral el hecho de limitar en gran número la entrada de escoria a nuestro país, pronto se ha perdido en la niebla del pseudo-progresismo estúpido en lo que a inmigración se refiere. Oiga, señor Rajoy, es que aquí no cabe más gente, ni limitar ni hostias, que no entre ni uno más, y de los muchos que hay la mayoría que sean expulsados. Basta de estúpidos complejos y de síndrome de Occidente, que hace unos años aún podíamos soportar la cantinela de "algo de inmigración siempre hace falta", pero es que ahora hemos llegado a una situación límite en la que o actuamos o se nos comen, literalmente.
 
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