Siempre he sostenido que los políticos tienen que mantenerse al margen del fanatismo futbolero. Ellos defienden que como personas que son tienen sentimientos hacia un determinado equipo y no lo pueden ocultar. Error. En primer lugar porque los actuales integrantes del PSOE no son personas, sino hijos de puta en grado sumo. Pero incluso aunque así fuera, un tipo que se dedica a la política debe estar por encima de esos asuntos, es uno de los precios que debe pagar un tío que vive a costa de todos los españoles con un sueldazo estratosférico y al que se le paga por decir subnormalidades y rascarse los cojones. Pues no es que simplemente se pasen por el forro esta máxima, es que encima, el subministro del Interior, un tal Rubalcabrón, aún tiene la jodida desfachatez de salir en una entrevista diciendo que él utiliza el teléfono móvil oficial, el que le pagamos todos los españoles para que haga algo más que metérselo por el culo, para llamar a Zetaparo cuando marca un gol el Madrid y decirle "puta Barça". Y claro, suponemos que el führer monclovita hará lo mismo con su fiel cabronazo cuando marca su tan querido Barcelona, "puta Madrid". En esto gastan nuestro dinero estos hijos de puta, pero es que encima tenemos que aguantar que lo digan abiertamente y reírles las putas gracias. ¿PERO ESTAMOS YA GILIPOLLAS EN ESTE PAÍS O QUÉ?
Sobre el partido no voy a hablar mucho, creo que sería hacer el culo más gordo a todos estos nazisociatas de mierda y encima seguirles la corriente. Pero fuera del terreno deportivo no voy a poder entrar en unos cuantos detalles más que escabrosos. Desde que ha llegado a la poltrona el PSOE ha buscado el enfrentamiento como arma de destrucción masiva entre españoles, y una de las contiendas preferidas ha sido la de catalanes contra castellanos. Nunca he visto una celebración en tono tan insultador y exhacerbado como la que vi ayer en Barcelona, ni por un lado ni por otro. Esto ya no es rivalidad deportiva, es el insulto más vil y burdo, hasta el punto de que estoy seguro que ayer en la ciudad condal alguien se podría haber llevado una paliza brutal sólo por el hecho de ser madrileño. Vamos a añadir a esto la actitud de ciertos futbolistas que parece que disfruten con la provocación. En particular nos vamos a fijar en un descerebrado llamado Piqué, muy buen jugador por cierto, pero que no paró durante los noventa minutos que duró el partido y tras el mismo de provocar e incitar a la violencia al público que ayer llenaba el estadio madridista. Luego nos quejamos de que pasen cosas en los recintos deportivos. Con subnormales de esta índole que no nos extrañe lo más mínimo.