
Cambiando de tema, ayer me llegó por correo electrónico la reproducción de una de esas aberrantes multas que cada día más están convirtiendo este país (o lo que sea) en un auténtico estado policial. A mí sinceramente ya me da miedo hasta salir a la calle, cualquier día me cruzo con alguien que me multa por pisar la acera o por respirar. Pero es lo que tiene tener a un desgobierno de incompetentes malgastando y fusilando nuestro dinero en mamonadas feminoides y mariconas para luego tener que robarnos más todavía a base de estúpidas multas, con el agravante de enviarnos a todos al paro sin cobrar un duro y encima robarnos. Hay que ser hijo de puta, bueno, eso, ser del PSOE. El caso es que la multa en cuestión le caía a un conductor por ir masturbándose mientras conducía. Sí, de risa, lo que queráis, pero multazo. Y como resulta que no hay tipificada ninguna sanción al respecto en el correspondiente código, pues el madero en cuestión, viendo que el pajero se le iba a escapar sin multa al canto, redactó en la denuncia que el conductor "no prestaba atención a la conducción". ¿Eing? ¿Y eso usted cómo lo sabe, majete? A lo mejor se iba pajeando pensando en la conductora de delante, luego sí le prestaba atención. En fin, para qué más, otra aberración de esta nueva España de ZP.
Habrá quien se lo tome a risa, pero a mí vivir en un país que ha llegado a estos extremos de subnormalidad profunda consentida por un populacho estúpido, ya no me hace ni puta gracia. Estoy preparando las maletas. Sí, amigos, el vikingo se pira, es tontería seguir golpeando una puerta que nunca jamás se va a abrir, porque estos nazisociatas hijos de puta son más obtusos que un ángulo de 160 grados. En un par de mesecitos (si no me encarcelan antes estos malnacidos que nos desgobiernan) estaré lejos de aquí, viviendo o muriendo, eso me da absolutamente lo mismo, pero por lo menos tranquilo. Con la tranquilidad de vivir en algún lugar donde salir a la calle no sea arriesgarse a un navajazo sudakón o esperar a que te caiga una multa o denuncia por cualquier cosa. Pudiendo ir al supermercado y ver precios reales, asequibles y lógicos, y no aberraciones que agujerean nuestros bolsillos. Mirando a un lado y a otro y sabiendo que ni éste ni ése ni aquél son hijos de puta malvados, malignos y perturbados que dan su voto al PSOE para joder la vida de sus semejantes y reírse y gozar con ello. Qué tranquilidad, por Dios, qué tranquilidad...