
Me acerco a la habitación y veo las sábanas por el suelo, levanto la vista y me veo al Tatus al otro extremo de la habitación en pelota picada, de pie, impasible, y mirándome fijamente. "Me he meado en la cama como los niños pequeños", apenas masculla. Le indico dónde puede conseguir ropa porque su indecente aspecto de borracho perturbado con los genitales al aire me está empezando a dar arcadas. Coño, no me acuerdo de nada, menuda chuza con la Voll Damm de los cojones, creo que me voy a volver al sofá a intentar descansar, más que nada porque los fluidos que ahora mismo anidan en la cama no la hacen especialmente atractiva. Me tumbo en una posición algo más cómoda que en la que me he despertado e intento dormir un poco. Oigo ruidos raros, golpes, puertas. Vuelvo a abrir un ojo y me veo al Tatus pasando con una fregona mientras tose como un auténtico tuberculoso. Un flash viene a mi mente, ¿dónde coño está el carapera? Era el tercer integrante de la tertulia nocturna. Creo que en el otro sofá hay una figura humana, será él, no me preocupo más, duermo otra horita.
Ahora ya es de día, intento incorporarme y descubrir de una vez por todas qué cojones ha pasado desde la segunda Voll Damm hasta ahora. Me acerco a la habitación buscando al Tatus, no está, ni él ni el colchón. Tan sólo el somier lleno de vómitos y excrementos. ¿Pero qué coño ha hecho este tío? Tras una resacosa inspección por la casa encuentro las sábanas completamente meadas y vomitadas dentro de la lavadora. Joder, qué peste. Coño, el colchón está en el balcón, parece limpio, pero no voy a inspeccionarlo a fondo para evitar sorpresas. ¿Y el carapera? Pero qué cojones... En el sofá hay una fulana, ¿pero qué coño ha pasado aquí? ¿Dónde está el carapera, dónde está el Tatus? ¡La leche! El suelo del salón está minado de botellas y latas vacías. Una puta durmiendo en el sofá. Debe de ser un sueño, me voy a tumbar un rato más a ver si me despierto de él. Pero me da que no. Joder, ¡qué delirio! ¡QUÉ DELIRIO!