No, no estoy de broma. Vamos a analizar los hechos. Un tipo que no está demasiado bien de la bola acude regularmente a un prostíbulo de Barcelona. Un putero en toda regla, con especial afición por las señoritas provenientes del este de Europa, rusas, rumanas, ucranianas y demás. Durante sus últimas visitas se encaprichó concretamente de una rusa, la cual comenzó a notar bien pronto que el tipo no estaba demasiado bien de la pelota e intentó por todos los medios no tener más servicios con él. Al tipo se le cruzaron los cables más de la cuenta y cuando la chica en cuestión salía del putiferio la siguió por la calle cuchillo en mano para rajarla de arriba abajo. Finalmente la alcanzó y comenzó el apuñalamiento, no consumado completamente porque un viandante se interpuso e intentó reducirle. He aquí que de pronto, un ecuatoriano medio retrasado que conducía su vehículo por la misma calle (a saber si tenía permiso de conducir y quién se lo dio), paró su coche por las buenas y salió de él con una barra de hierro (que vete a saber para qué la llevaba). Y sin mediar palabra la emprendió a mamporros en la cabeza del agresor, el cual ya prácticamente estaba reducido por el otro hombre.
He aquí la maravillosa historia de este nuevo "héroe" nacional. Pero claro, como el tarado estaba intentando rajar a una puta pues ya está, a llenarse la boca con la "violencia machista", aunque no tengan ni relación en común ni se conozcan más que de un burdel, pim pam pum, violencia machista y tiro porque me toca. Y el sudaka se lía a hostias porque su instinto de primate delincuente a medio desarrollar le instiga a hacerlo y de pronto se convierte en un héroe. Si le dan una medalla por liarse a barrazos con la cabeza de un español, figúrate que hubiera pasado si se lo llega a cargar, igual le hacen ministro, porque claro, hay que exterminar a los "machistas", sobre todo a los que se van de putas. Claro que ahora me pongo yo en otra situación. Imaginemos que un sudaka va por la calle con su simiopareja de toda la vida y sin venir a cuento le empieza a soltar navajazos porque "es su cultura". Llega un español con una barra de hierro y le mete un par de galletas al mono cabrón para intentar defender a la mona cabrona. ¿Qué pasaría? Pues que el tipo se iría directo al talego por racista, hijo de puta, español y ya puestos machista. Porque aquí pasa como con las vacas en la India, el sudakita es sagrado. No me extrañaría que lo próximo fuera que se trajeran a los ciento veintisiete familiares de puto mono medallista a España y les dieran trabajo a todos. Así, un poquito más de paro.