martes, 16 de febrero de 2010

Aventuras en la SGAE

Como algunos sabéis, soy socio de la SGAE desde el año 1998. Eran otros tiempos, una entidad que ayudaba al desarrollo de autores y editores, promocionaba sus obras y hasta de vez en cuando soltaba una cierta cantidad de duros por derechos lógicos como emisiones radiofónicas o ventas de discos. En mi caso, dejé de percibir ningún tipo de dinero a partir de 2001, y con la llegada del nazismo a España, en 2004, directamente no me llegaban ni siquiera las típicas cartas publicitarias o informativas de la Sociedad. La SGAE había pasado a ser una excusa que servía a unos pocos para pegarse la vida padre rascándose los cojones todo el día con la única faena de apoyar a un desgobierno de malnacidos congénitos y poner la mano para ver qué les regalaba el caudillo lunático. Es por todas estas razones, y porque en definitiva estos capos que rigen la SGAE son unos soberanos hijos de la gran puta, que he decidido darme de baja de esta especie de Cosa Nostra a la española. Y como ayer ya comencé a calentar motores (o me los calentaron) al ir a pedir explicaciones de por qué los españoles que cotizamos (y bien cotizados) a la Seguridad Social no tenemos derecho a una sanidad pública gratuita, me puse las botas y la chaqueta y me dirigí a la sede más cercana de la puta SGAE de los cojones.

Es lo que tiene estar parado hace más de dos años (gracias Zetahijodeputa), que uno no tiene nada que hacer en todo el día más que ir a montar pollos a sitios llenos de hijos de perra que te quieren robar. El caso es que tras una intensa caminata llegué al jodido edificio que sirve de refugio para estas víboras sgaísticas, casualidades de la vida situado justo al lado de la sede central del PSOE en la ciudad, lo que son las cosas. Y allí que subí a pedir explicaciones a la empleada de turno (a esta gente la compadezco, porque les tiene que caer una de mierda al cabo del día que flipas). Los contratos de la SGAE son por tres años, renovables automáticamente si no hay petición de baja por alguna de ambas partes. Fantástico, aunque no lo sabía, porque de 1998 a 2010 van doce años, múltiplo de tres, este año me piro sin problemas. Eeeeh, bueno, no, verás, es que hay que solicitarlo por escrito un año antes, y como ya está usted fuera de plazo, se jode y forma parte de nuestra Sociedad hasta 2013. Manda huevos. Vale. ¿Y si les pongo una denuncia también tengo que esperar o me echarán antes? Bueno, no hace falta llegar a eso, siempre se puede enviar una carta excepcional pidiendo la baja al Consejo General en Madrid, ellos la estudian y en una situación normal, le darán la baja. A nadie le interesa tener al enemigo en casa. En fin, que ya sabía yo que apretando las tuercas a estos hijos de puta...

Así que una carta al Consejo General, oséase, a los capos que todos conocemos, Bautistas, Ramoncines, Anabelenes y demás escoria choricera nazisociata. O sea, que esos malnacidos van a tener que leer una carta que yo escriba para ver si me dan de baja o no. O sea, joder, que voy a encabezar la carta con un "ESTIMADO SEÑOR RAMONCÍN HIJO DE PUTA". O sea, que me voy a correr de gusto, como hacen ellos cuando le joden la vida a alguien. O sea que, es que ya directamente aunque lean eso y no me quieran dar de baja, casi que voy a seguir siendo socio de esta puta mafia para poder continuar enviando cartas a esta pandilla de hijos de perra. Con un poco de suerte hasta puede que alguna le llegue a Zetamalnacido y allí pueda leer de mi puño y letra lo HIJO DE LA GRAN PUTA que es, él y todo su séquito de palmeros anormales enfermizos. En fin, que ahora que ya he abierto la caja de Pandora, y como todo absolutamente me da igual porque apenas me quedan unos cuantos meses de vida, voy a empezar a repartir cera a diestro y siniestro. Por lo menos me iré al otro barrio con la puta satisfacción de ver cómo los puercos hijos de puta que me han jodido la vida se llevan una buena parte de toda la metralla que se merecen.
 
Clicky Web Analytics