lunes, 8 de febrero de 2010

Melopeas de anís y castigos navideños

Ayer agarré una buena cogorza a base de anís. La resaca de esta bebida es criminal, ciertas amistades ya me recomiendan que ni se me ocurra probarlo, whisky, vino, cerveza o vodka, cualquier cosa antes que el anís. Pero soy débil y caigo en la tentación. Especialmente cuando me meto en el mundo de los combinados alicantinos. Típicos de esta provincia son el "canari" y la "tomaqueta", básicamente anís con agua fría y jarabe de limón en un caso y de fresa en el otro. Están de puta madre, ciertamente, normalmente para tomar a la hora del vermouth o como refresquito después de comer, pero de todas formas siguen estando cojonudos a cualquier hora. Y así, anoche, pasó lo que tenía que pasar. Vamos, que os recomendaría que probarais estas recetas etílicas, pero teniendo en cuenta las consecuencias al día siguiente casi que lo voy a dejar a vuestro libre alvedrío. Esta mañana me he dado un paseo a ver si se me quitaba la caraja mental pero nada, luego me he sentado varias veces delante del ordenador a intentar escribir algún post, peor todavía. En fin, dejemos que pasen las horas y mis neuronas vuelvan a su sitio, las que aún sigan vivas, claro.

Ya sabéis de mi afición por las pelis de serie Z, deshechos filmográficos sobre todo de los años 80 y 90 que en algún momento de mi existencia me dejaron huella o bien por la poca calidad del producto o bien por alguna escena memorable. Pero a pesar de lo malas que son, cualquiera de estas pelis pasaría por encima de absolutamente todos los bodrios almodovarescos y demás subproductos del manipulado y politizado cine progreta español. Bueno, el caso es que ayer le tocó el turno a "Noche De Paz, Noche De Muerte", producción ochentera semi-gore en la que un niño ve cómo Santa Claus raja el cuello a sus padres después de haber escuchado una aterradora historia sobre el entrañable personaje por parte de su perturbado abuelo. El chaval crece con una mente bastante desequilibrada y con 18 años decide que es el momento de salir a la calle en plena Nochebuena vestido de Santa a cargarse peña hacha en mano mientras lanza su grito de guerra, "¡castigar!". Mítica es la escena en la que le rebana la cabeza a un tipo que baja en trineo por la ladera de una montaña. Al llegar abajo sólo se ve un trineo con un cuerpo decapitado y la chola dando botecitos rodando montaña abajo.

En fin, todo un peliculón. Mira que eso de "castigar" se me quedó grabado en la mente la primera vez que vi la cinta, cuando tenía unos 15 ó 16 años. Una palabra muy apropiada para utilizar hacia el desgobierno del bobo solemne, tan impune que se cree con todo el jodido mal que está haciendo el muy hijo de puta. Enviaba yo a Moncloa al Santa Claus macabro este hacha en mano a ver cómo "castigaba" al ZoPenco de los cojones. Esta mañana escuchaba por la radio que en la última semana la imagen del ejecutivo se había deteriorado muy profundamente. Joder, ¿sólo en la última semana? Manda huevos. ¿Qué pasa que de pronto Harry Potter ha agitado su varita mágica y la adormilada ciudadanía se ha dado cuenta de repente de que no tienen ni un mísero chusco de pan que echarse a la boca? Pues para mí a este desgobierno de hijos de puta no se le ha deteriorado nada en la última semana, más que nada porque ya están bastante deteriorados de por sí desde el puto día que vinieron al mundo. En fin, mucho pseudo-deterioro y gilipolleces varias pero de aquí a dos años cinco millones de hijos de puta (o más) que seguirán apoyando a estos sinvergüenzas desalmados y más Zetamierda para rato. Menos mal que para entonces ya me habré muerto de una cogorza de anís.
 
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