viernes, 12 de septiembre de 2008

Vagabundos y pordioseros

Para gran regocijo de alguno de mis lectores, quisiera dedicar el post de hoy a hacer una reflexión etimológica sobre los vocablos "vagabundo" y "pordiosero", así como distinguir en qué casos aplicar una u otra palabra. Unas expresiones, por otro lado, que vamos a necesitar tener al pie del cañón durante los próximos meses o años, hasta que el caudillo anormal monclovita siga al frente de España, y es que muchos españoles deberán aplicárselas a sí mismos, gracias a la maravillosa y espectacular gestión que el desgobierno actual está realizando con el país en el que residimos. Así que vamos, sin más dilación, a profundizar en el mundo de estos roñosos personajes callejeros, puesto que a muchos nos va a servir para abrirnos paso dentro de un mundo que nos va a acoger en cercanas fechas con los brazos abiertos.

Entendemos por vagabundo a aquella persona que carece de un lugar permanente para residir y que se ve obligada a vivir a la intemperie. Su equivalente en inglés lo encontramos en la expresión "homeless" (sin casa), la cual es bastante más descriptiva sobre su realidad cotidiana. La mayoría de estos tipos se dedican a rebuscar entre la basura, no sólo como entretenimiento, sino también para encontrar algún objeto que les ayude a salir de su cochambrosa rutina. Entre sus aficiones más habituales está el mamar cartones de vino tinto de muy baja calidad o litronas de cerveza, aunque se decantan por el sagrado caldo porque a mismo precio más graduación y mayor pedo agarran. Evidentemente el ponerse como cubas es una forma de escapar de su realidad, muchas veces forzada por un tremendo fracaso económico o por una situación familiar compleja. No es de extrañar que entre estos vagabundos nos encontremos con gente que en el pasado tuvo un situación social medianamente elevada perdida más tarde por los diferentes avatares de la vida. En España, el culpable de la existencia de estos personajes suele ser Zapatero y sus iluminadas ideas de reconversión económica.

El pordiosero es más hijo de puta. A diferencia del vagabundo, basa su existencia en el hecho de pedir limosnas, de ahí su nombre, un vocablo creado en la Edad Media, cuando muchos de estos andrajosos tipos vagaban por las calles pidiendo dinero "por Dios". Su equivalente en inglés es la palabra "beggar", que se traduciría por "pedidor", con lo cual también describe a la perfección cuál es su función en esta sociedad. El pordiosero suele ser bastante más molesto que el vagabundo, porque a diferencia de este último, interactúa con el resto de la población por el hecho de vivir de limosnas y ayudas voluntarias o incitadas. Es este último hecho, la incitación incluso en ocasiones molesta a la donación monetaria, lo que ha conseguido crear un halo de odio y desprecio hacia este tipo de personajes. A diferencia del vagabundo, estos tíos han sido unos miserables toda su puta vida, y lo peor es que en ocasiones toman el disfraz de pordiosero a pesar de tener un hogar y una familia. En la España de hoy en día se está perdiendo al clásico pordiosero, porque son tantos los sudakas, negros y moracos que también viven de ayudas (en este caso estatales), que el pedidor callejero de toda la vida ya ha perdido su estatus.
 
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