viernes, 26 de diciembre de 2008

¿Cuántas Navidades nos quedan?

Ésta es una pregunta que podemos enfocar desde diferentes ópticas, pero por desgracia todas están relacionadas, y el telón de fondo es, como siempre en todo lo malo que nos acontece desde hace casi cinco años, el desgobierno de hijos de puta liderado por el loco peligroso Rodríguez Zapatero. A primera vista, y teniendo en cuenta la crisis aberrante a la que nos han conducido los progretas malparidos nazisociatas, podemos cuestionarnos hasta cuándo llegaran nuestros ingresos para poder seguir celebrando estas tan entrañables fiestas. Muchas familias ya no han podido hacerlo este año. El paro y la más absoluta desasistencia económica han hecho que familias otrora pudientes y con los más felices deseos por estas fechas no hayan podido reunirse en condiciones para la típica celebración. Algunos se han dedicado a comer chuscos de pan en lugar de los habituales manjares navideños y otros directamente no han tenido ni techo para cobijarse del invernal frío. Pero así son nuestros desgobernantes actuales, unos hijos de puta desalmados que mientras se lo pasan en grande con sus putas chaladuras mentales, ríen como auténticos perturbados mentales las desgracias del pueblo al que someten a sus dictatoriales designios.

Muchas de estas gentes que ya han sufrido el duro azote del nacionalsocialismo del siglo XXI tal vez estén enfocando la pregunta que da título a este post de otra forma mucho más radical y triste, pero por desgracia real. Cuando uno ya no tiene ni trabajo, ni dinero, ni casa, ni comida, lo único que le queda es vagar cual muerto viviente por entre esta mezquina sociedad dirigida por asquerosos progretas enfermizos. Y llega un punto en que uno ya no es más que un solitario y triste vagabundo que apenas si puede llenar el estómago de uvas a peras y cuya única ocupación es esperar entre cartones a que llegue el día de su muerte. He aquí que la susodicha pregunta toma otras dimensiones, y es que es muy complicado aguantar un año entero en semejantes condiciones. El en otros tiempos trabajador, ahora convertido en mísero ser humano por culpa de la maldad congénita de los votantes nazisociatas, cuenta los años, meses o días que le quedan de vida y mirando al cielo se cuestiona amargamente "¿cuántas Navidades me quedan?" Con ZP, bien pocas, y es que no sólo estas muertes entre ratas y miseria empiezan a crecer de forma alarmante, sino también los suicidios de gente que no puede aguantar más el hecho de vivir en un país desgobernado por unos hijos de puta que están exterminando a su población por puro placer.

Otra interesante óptica que aplicar a la cuestión que encabeza el post nos viene del lado religioso de estas fiestas. A nadie se le escapa el carácter confesional de estas celebraciones, y el que no quiera aceptarlo, quizá debería de eludir los días festivos y continuar en su puesto de trabajo al grito de "muerte a Dios". Pero claro, estos hijos de perra que tan ateos, laicos o agnósticos se creen, son la gente más aprovechada y sinvergüenza del planeta. Dios no existe, pero si nos deja unas cuantas fiestecitas al cabo de año, pues de puta madre. Como decía el nazareno, escribas y fariseos, sepulcros blanqueados, ¡hipócritas de mierda! Aunque teniendo en cuenta la locura mental del subpresidente, que directamente prefiere ir a celebrar la fiesta del cordero con la comunidad musulmana que presidir el día de la Inmaculada, pues lo más posible es que en breve tengamos otro tipo de celebraciones religiosas en este país. Y entonces todos estos progretas anti-Dios que se llenan la boca insultando a la comunidad cristiana, irán como anormales a las mezquitas a rendir pleitesía a Alá y a su puta madre. Ya de paso que se pongan una bomba atada al cuerpo y se hagan volar por los aires, a ver si nos deshacemos de unos cuantos capullos. Lo que es evidente es que en esta tesitura y con las cosas tal y como están, muy pocas Navidades nos quedan.
 
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