Y como no hay traumas, ni estudio, ni nada que se parezca, al final llegamos a la ESO con chavales de doce años ya convertidos en auténticos maleantes. Aquí se puede suspender, pero con el ínfimo nivel de la enseñanza en España, con la opción de pasar de un curso a otro con más asignaturas colgando que legañas por la mañana, y con un profesorado más que desganado por la forma en que es tratado desde instancias superiores, al final los chavales encuentran la posibilidad de seguir tocándose las narices cuatro años más y hasta conseguir un titulito sin hacer prácticamente nada. Sin embargo es un momento clave para los sinvergüenzas manipuladores lavacerebros. La persona se está formando en valores y, de nuevo siguiendo una estrategia muy bien montada, es el tiempo ideal para lanzar la manipulación más descabellada, reclutar a futuros hijos de puta y conseguir que en España se perpetúe la doctrina del despropósito y lo malévolo. La mierducación para la ciudadanía o formación específica del régimen dictatorial está en marcha, los hijos de perra manipuladores nazisociatas se sonríen y los niños comienzan a recibir inyecciones de mierda en sus neuronas.
Llegamos pues a un bachiller donde el estudiante ya es una mezcla entre inútil, vago, sinvergüenza, maleante e hijo de puta. Aquí nos hemos encontrado en los últimos años auténticos batacazos, sobre todo por el nivel adquirido en los cursos pasados y por un intento de ajustar las tuercas mínimamente. Pero todo se perdió en la niebla, ahí tuvo que aparecer la capullez integral del PSOE para rebajar a niveles patéticos la exigencia al grito del combate contra el fracaso escolar. Pues nada hombre, en el país con el nivel educativo más bajo de toda Europa (y parte del resto del mundo) descendemos todavía más y luego de paso le echamos la culpa a Franco, que como ya está muerto y a nadie parece caerle bien, se puede llevar todos los palos que queramos. Y digo yo, ¿qué coño tendrá que ver Franco con el patetismo educacional de la juventud actual? Pero queda muy bien llenarse la boca con subnormalidades, tonterías, burradas y gilipuerteces que tan sólo convencen a asquerosos fanáticos descerebrados puestos al vil servicio de un régimen totalitarista e intransigente como el actual.
La universidad, mi preferida. El sueño de los jóvenes españoles, un lugar para estar unos diez años (si no más) tocándose la gaita día y noche, fumar porros, emborracharse como auténticas esponjas, vivir en una juerga perpetua y sacar el lado más salvaje y violento de todo ser humano. Todo ello aderezado con el ingrediente mágico lanzado por catedráticos y profesores, que en lugar de dedicarse a sus correspondientes asignaturas, deciden que es mucho más positivo manipular y taladrar, hablar sobre el PSOE y sus bondades al tiempo que se insulta despiadadamente y sin razón a todos los diablos que habitan en sus enfermas mentes, los Estados Unidos, Aznar, Rajoy, Franco, Don Pelayo, los Borbones... Y luego el trabajo universitario ha de versar sobre tan interesantes temas. Manipulación divina, señores, pero qué guay queda ser tan progre. Luego no debemos sorprendernos de las palizas, intentos de agresión y demás barbaridades que vemos en las universidades o de hechos tan vergonzosos como los homenajes a etarras o al mismísimo asesino criminal Santiago Carrillo.
Esto nos lleva, irremisiblemente, a una nueva guerra civil. El despotismo sinvergüenza y la manipulación nazisociata así lo han querido. Luego que nadie se esconda, aunque ya han demostrado que muchos cojones para asumir responsabilidades no tienen. Ayer sin ir más lejos nos encontramos con un puñado de hijos de puta que se hacen llamar estudiantes, montando gresca por las buenas y sin venir a cuento. De fondo los altercados de Grecia, curiosa excusa, que alguien me explique qué coño tiene eso que ver con nuestro país. Pero claro, en cuanto los radicales acunados por la manipulación educativa tienen la más mínima ocasión de sacar a pasear sus instintos criminales, ahí vamos. El slogan que presidía todos estos actos violentos era "policía asesina", y para demostrarlo ahí están los niñitos de papá lanzando piedras y cócteles molotov contra comisarías y contra los propios miembros del cuerpo policial. Incendiando coches, contenedores, destrozando mobiliario urbano, escaparates, qué bonita forma de manifestarse. Claro que, es lo que tiene vivir en un país donde la democracia hace cinco años que dejó de existir.