domingo, 7 de marzo de 2010

Futbolistas con solera 12

Vamos a sacudirnos un poco la chaladura política que nos invade a diario y retomemos esta serie de posts que por lo que sé gustan bastante a muchos de mis lectores y por la razón que sea tenía algo olvidados desde hace unos meses. Hoy toca el turno para tres ex-futbolistas catalanes, formados en la cantera barcelonista para más inri, que luego no digan por ahí que soy anti-cagalufo o algo así. Bueno, y si lo soy, ¿qué?

Pep Guardiola: sí, el actual entrenador del FC Barcelona, muy de moda, sobre todo entre progres, nazisociatas y adoradores de Zetaparo. Hasta en TVE le hacen especiales, es lo que tiene esta dictadura de mierda en la que vivimos, hay que chupar las bolas al equipo del régimen hasta la extenuación. Bueno, el caso es que el tal Guardiola comenzó su andadura futbolística en el Gimnástic de Manresa. En 1984 llegó a los juveniles del Barcelona y dio el salto al primer equipo en 1990. Al año siguiente, Cruyff lo convirtió en buque insignia de su Dream Team. Se destaca su visión de juego, pero pocas veces se habla de sus principales defectos, una lentitud que sacaba de quicio al más pintado y que llegó a su punto álgido en el España-Noruega de la Eurocopa 1996, inicio del declive de Guardiola como jugador. A esto hay que añadir sus continuas lesiones, que le hicieron perderse importantes citas con la selección española, por la que, a pesar de jugar 47 partidos, sentía bastante poco respeto. Muy recordadas son las imágenes de este individuo mascando chicle y escupiendo al suelo mientras sonaba el himno nacional en más de un partido. En 2001 dejó el Barcelona para marchar al Brescia italiano, donde pareció levantar cabeza. Un año más tarde fichaba por la Roma, Capello no contó con él y decidió retornar a Brescia. Aquí aparece su episodio más oscuro, con un positivo por dóping por el que fue condenado a siete meses de prisión que, no se sabe muy bien por qué, nunca cumplió. Un capítulo de su vida que más de un forofo intenta tapar pero ahí queda, y así se le recuerda en Italia, como a un tramposo. En 2003, ya en la parte final de su carrera, ficha por el Al-Ahli de Qatar, donde permanece dos años. Su última temporada como profesional decide pasarla en México, en el Dorados de Sinaloa, entrenado por su admirado Juanma Lillo. Nada más finalizar su carrera como futbolista, obtiene el título de entrenador y se hace cargo del Barcelona B, al que asciende de categoría. Catapultado por este pequeño éxito, el presidente Laporta decide darle los mandos del nuevo proyecto barcelonista en 2008, tarea que a día de hoy continúa desempeñando.

Albert Celades: conocido como "el andorrano" puesto que pasó seis años de su infancia en el principado, Celades ingresó en el Barcelona con 13 años y debutó con el primer equipo en 1995, ya con 20. En las siguientes cuatro temporadas llegó su consagración, llegando incluso a ser internacional con España, aunque él siempre dijo que le hubiera gustado poder jugar con Andorra. En 1998 se marcha al Celta, donde sigue a buen nivel, para recalar en 2000, y de forma bastante sorpresiva, en el Real Madrid. En el equipo blanco va de más a menos, hasta acabar por prácticamente no jugar nunca. Es por ello que en 2003 es cedido al Girondins de Burdeos, recuperando un buen nivel de forma y de juego, que le hace retornar a Madrid y tener bastantes minutos durante el año siguiente. Al terminar esa temporada, en 2005, Celades ficha por el Zaragoza, buscando más protagonismo en el equipo. A pesar de jugar bastantes partidos, el equipo maño acaba por despedirle en 2008 y Celades se queda sin equipo. Casi ya con la retirada en mente, una insólita oferta del Red Bull New York estadounidense devuelve a Celades al fútbol. Tras una temporada bastante buena, la historia se repite, el andorrano se vuelve a quedar sin equipo e incluso llega a anunciar su retirada definitiva. Pero en febrero de 2010 otra exótica oferta llama a su puerta, esta vez por parte del Kitchee de Hong Kong. Allí, junto a otra vieja gloria como es Agustín Aranzábal, Celades continúa resistiéndose a colgar las botas definitivamente.

Carlos Busquets: más conocido es a día de hoy su hijo Sergio, mediocampista del Barcelona y la selección española, pero en su momento, Carlos marcó toda una época en el Barcelona, aunque por desgracia, no demasiado buena. El propio Busquets siempre se refiere a sí mismo en su juventud como "un niño de la calle", debido a la modesta posición de su familia. Eterno canterano del Barcelona, llegó al primer equipo en 1988 simplemente para ser suplente de Zubizarreta, pero tras la marcha del vasco en 1994, Cruyff decidió que era el momento de darle una oportunidad. Siempre ataviado con pantalón largo, Busquets, y su juego no demasiado hábil con el pie, ponía de los nervios a toda la parroquia barcelonista. Cada vez que le llegaba un balón cedido la grada comenzaba un "uy, uy, uy" que en ocasiones pasaba de rumor a pitada por las continuas cagadas del guardameta. La más famosa, posiblemente, en un partido contra el Bayern de Múnich cuando Busquets, a la salida de un córner, atrapó la pelota y se metió dentro de la portería con ella. En 1996 Cruyff salió del equipo y Busquets perdió la titularidad. En sus dos años en la portería, el Barcelona no ganó ningún título. En 1998, totalmente defenestrado por los sucesores de Cruyff, se marchó al Lleida, que estaba en segunda división, para ser fijo en la portería leridana hasta su retirada en 2003. Un par de años después, Busquets descubrió el fútbol indoor, que actualmente practica y donde es portero titular de la selección española. Además, desempeña las funciones de entrenador de porteros del Barcelona B.
 
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