miércoles, 23 de julio de 2008

Lo macabro VI


Unas siniestras campanadas comenzaron a sonar en la fría distancia, como si no vinieran de ningún lugar, retumbando por todas direcciones y confundiendo sus ecos con la reiteración del macabro sonido. Todos los puntos del horizonte eran la más completa oscuridad, la nada más absoluta, y muy pronto esa nada comenzó a inundarlo todo. Las campanadas sonaban cada vez más cerca, vomitaban su sonido sobre la inquieta noche, adueñándose de la escena.

En mitad de ninguna parte el viento comenzó a bramar con fuerza, a soplar con suprema intensidad. Había comenzado la batalla entre las dolorosas campanadas y el sádico viento, sonidos enfrentados en aquella noche macabra. La arenilla y el polvo del suelo comenzaron a flotar impulsados por aquel repentino viento que crecía cada vez más. Su violento sonido acabó por engullir y hacer desaparecer las campanadas. El silencio no conseguía recuperar su reinado, había dejado su sitio a los estrépitos más sangrientos que se podían dar cita en medio de aquella noche.

Luchando contra el viento asesino surgió de entre toda esa oscuridad ubicada en mitad de ningún sitio una figura que parecía venida desde dentro de la nada. No había paisaje que describir, sólo el suelo que aquellos pies pisaban y la oscuridad que todo lo envolvía. Entre las más oscuras tinieblas se distinguía la extraña figura con capa y sombrero que parecía vagar sin rumbo. Sus pisadas eran dificultosas, y mientras con una mano aguantaba su sombrero, con la otra se protegía cubriéndose con su enorme capa del fortísimo viento que simulaba atacarle con suma violencia.

Era el de esta oscura figura un avanzar por entre la nada sin ninguna dirección aparente, como queriendo cortar el vacío con sus intensas pisadas y llegar al punto en que esta oscuridad se desvaneciese. Pero seguía sin haber nada en torno suyo, sólo la noche, y sólo aquel viento que continuaba gritando y aullando con una fuerza inusitada. A pesar de todo esto, la figura continuaba andando, seguía clavando sus pisadas en el suelo, continuaba luchando por mantener su camino. Sus pasos no se rendían y este extraño ser continuó andando en dirección a ninguna parte.
 
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