viernes, 11 de julio de 2008

"Si ya te lo decía yo..."

Un 30% de los lectores del vikingo macabro han decidido que si tuviésemos que enviar a alguien a representar a la raza humana a otro planeta, éste debería de ser el señor Jesús Gil y Gil. Por desgracia, don Jesús ya falleció hace cuatro años, ¿pero cuáles son las razones que han hecho de un miserable hombrecillo un auténtico ídolo de masas hasta el punto de que haya superado en votos a Elvis Presley o al mismísimo Jesucristo? Hoy vamos a desentrañar la vida y milagros de este empresario, político y directivo de fútbol que a nadie dejaba indiferente por su desparpajo, verborrea y actuaciones siempre rozando el límite de la honestidad y la cordura.

Gregorio Jesús Gil y Gil nació en El Burgo de Osma (Soria), el 12 de marzo de 1933 en el seno de una humilde familia. Con 21 años, y tras la muerte de su padre, se matricula en la Facultad de Económicas en Madrid, aunque pronto abandona sus estudios viendo las enormes posibilidades de negocio que la capital abría a los más avispados. En 1961 se casa con María Ángeles Marín, y en esta misma época comienza a amasar el principio de su imparable fortuna a base de la compra-venta de automóviles y solares. Pronto descubrió que el dinero estaba en el negocio inmobiliario, y así comenzó su primera obra faraónica, un complejo en Los Ángeles de San Rafael. Por desgracia para él, el ahorro en materiales de construcción con el fin de obtener mayores beneficios, provocó un derrumbe que acabó con la muerte de 68 personas. Fue condenado a cinco años de cárcel, pero su gran amistad con el almirante Carrero Blanco le sirvió para obtener un indulto tras cumplir sólo un año de su pena. Aquí podemos decir que comienza la mafia Gil y Gil.

Aún así, perdió lo que hasta ese momento había conseguido tapando bocas y pagando a las familias de las víctimas. De esta manera llegó a 1972, sin un duro y teniendo que empezar de nuevo de cero, para mantener el anonimato lo más posible. Es en este año cuando desplaza su negocio inmobiliario a Marbella, ciudad de la que en los próximos años se haría prácticamente dueño y señor. Pero no es hasta 1987 cuando don Jesús vuelve a salir a la vida pública, llegando a la mediática presidencia del Club Atlético de Madrid. En su primera época, fiasco tras fiasco, lo más destacable son sus continuos enfrentamientos con el entrenador Luis Aragonés y la relación amor-odio con el capitán del equipo Arteche, el cual acabaría en el programa de televisión "La máquina de la verdad" acusando a Gil de asesinato. Cuando la dichosa máquina dijo que Gil mentía al negar que había empujado a un arquitecto desde lo más alto de uno de sus hoteles al vacío, don Jesús respondió "esa maquinita no va bien...", mientras sonreía malévolamente.

A principios de los noventa se convierte en estrella televisiva, consiguiendo su propio late-show en la cadena Telecinco. En "Las noches de tal y tal", Jesús Gil hace ostentación de toda su fortuna con escenas largamente recordadas como el día en que, rodeado de azafatas en bikini dentro de una piscina, cuenta a grito pelado como perdió la virginidad en una casa de alterne. En 1991 abre su etapa política con la fundación de su propio partido, el GIL (Grupo Independiente Liberal), con el cual arrasa en las elecciones municipales de Marbella gracias a su slogan "resucitar Marbella" y a pesar de declaraciones como "si salgo alcalde me voy a dedicar a vender más pisos". Desde el primer día, los escándalos y los fraudes en esta alcaldía son palpables, pero al más puro estilo feudal, don Jesús hace lo que le pasa por el forro de los cojones sin preocuparse lo más mínimo de las consecuencias. En esta época tan mediática cada comentario suyo en televisión era un escándalo, como el día que afirmó "al negro le corto el cuello", refiriéndose al Tren Valencia, futbolista del Atlético, al cual también dedicaba en ocasiones frases de cariño como "si ya te lo decía yo... este chico es un fenómeno". Otra gran escena se produjo cuando ante las cámaras y sin ningún rubor, tras una goleada al Barcelona, comenzó a dedicar hermosas palabras al equipo catalán, "goool, sííí, cabroneeees".

En 1996 Jesús Gil roza el paraíso con un doblete histórico (liga y copa) de su Atlético de Madrid. Completamente fuera de sus casillas y endiosado hasta la médula, pierde los papeles en cada ocasión que aparece en los medios. Así, le vemos repartir guantazos entre los directivos del Compostela, Fidalgo y Caneda, insultar sin piedad al estamento arbitral, y arremeter de forma particular contra el entonces presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza. Por todo esto y algunas cosas más, fue inhabilitado por la UEFA y la FIFA en 1997. Al año siguiente, comienzan sus escándalos judiciales por desvío y malversación de fondos públicos. Fichajes fantasma, publicidad engañosa y extrañas transacciones de capital entre sus empresas, que acabaron de nuevo con don Jesús en la cárcel, aunque sus problemas de salud y sus múltiples contactos le libraron de cumplir la pena.

Es en 1999 cuando Gil es finalmente apartado del Atlético de Madrid por decisión judicial (sentencia insólita en España), hecho que coincidía con el descenso del club a Segunda División. Paradójicamente en este año consigue sus mayores logros políticos, con 93 concejales entre 16 localidades. Ya en pleno declive, el juez decide restituirlo como presidente del Atlético en 2002, al tiempo que es inhabilitado como alcalde de Marbella. Acuciado por el estrés y muy deteriorado de salud, decide dejar la presidencia del club colchonero en manos de su amigo Enrique Cerezo. El 9 de mayo de 2004 entra en la clínica Cemtro de Madrid debido a problemas cardíacos. Cinco días después muere víctima de un infarto cerebral masivo. Claro que, tratándose de semejante personaje, no son pocas las voces que afirman que su muerte no fue más que un montaje para escapar de sus cuentas pendientes con la justicia y las muchas deudas que en estos últimos tiempos le asolaban. Hay quien piensa que a día de hoy, don Jesús Gil está en el Caribe disfrutando del paradisíaco sol y de los masajes de unas cuantas mulatas. Lo más inquietante es que, con Gil y Gil, todos pensamos que esta escena podría ser posible.
 
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