martes, 12 de agosto de 2008

Lo Macabro IX

El suelo empezó a temblar, y las lápidas que allí había se agrietaban como si sufrieran un empuje diabólico que las obligara a resquebrajarse. Un ensordecedor y continuado ruido comenzó a inundar el ambiente, era incluso molesto a los oídos, completamente inaguantable. Todo se intensificaba por momentos, el temblor de tierra, el agrietamiento de las lápidas, el molesto sonido, absolutamente todo. La escena se hacía insostenible, y el terror muy pronto comenzó a surcar aquel paraje.

Unas cadavéricas manos comenzaron a salir de debajo de la tierra de aquel sagrado recinto. Chasquidos de huesos y golpes secos de lápidas cayendo al suelo se mezclaban para dar paso a una escena de completo terror, donde lo sádico y lo macabro se juntaban haciendo un cóctel explosivo. Muy pronto, a estas cadavéricas manos siguieron unos descarnados brazos, que se intentaban desplegar ofreciendo sus colgantes trozos de carne completamente putrefactos.

La figura de la capa permanecía allí impasible, viendo todo aquel horror, observando con unos ojos completamente abiertos y anonadados lo que en aquel lugar estaba sucediendo. Su mente no acertaba a comprender nada, era algo irreal, imposible, pero ahí estaba, ante sus ojos, ante él mismo. Sin embargo ni un gesto de sorpresa o terror se reflejaba en su cuerpo, todo era tranquilidad, y sólo esos violentos e irritados ojos permanecían abiertos buscando algo para explicar aquel tétrico fenómeno.

En apenas un breve lapso de tiempo, todo un ejército de violentos y putrefactos cadáveres se retorcía en medio de aquel siniestro cementerio. Sus pies a medio mutilar se movían con dificultad, como si el largo sueño que habían estado pasando los hubiera atrofiado. Sin embargo muy pronto comenzaron a moverse, pisando todas aquellas lápidas que allí estaban, sobre aquel suelo. Saliendo de la más macabra oscuridad, y mostrando sus rasgos más tétricos, aquellos rostros eran como una pesadilla, eran de una sádica inexpresión que ciertamente aterraba.

La carne totalmente putrefacta y a medio descomponer caía al suelo inaugurando una asquerosa sinfonía. Aquellas viscosas faces totalmente amarillentas y repugnantes se mostraban en medio de aquel tétrico conjunto. Los movimientos de aquellos cadáveres eran lentos pero continuos, dando una completa sensación de terror, avanzando sin piedad en busca de alguna presa en mitad de aquella descorazonadora noche que comenzaba a ofrecer su lado más amargo.
 
Clicky Web Analytics