jueves, 21 de agosto de 2008

Silogismo aeroeconómico

De vez en cuando nos hacemos eco de noticias referidas a tremendos accidentes aéreos, ferroviarios o por catástrofes naturales que suelen acontecer en países tercermundistas de Sudamérica, África o la Asia profunda. El hecho de que un avión cargado con casi doscientos pasajeros se estrelle en pleno Barajas es algo que escapa incluso a nuestra imaginación, siempre es algo de "otros países", y que en un país avanzado como España muy difícilmente puede llegar a suceder. Pues sucedió. Quizá no tengamos que pensar que nuestra mente ha cometido el fallo de no tener en cuenta esa mínima posibilidad que siempre existe, y es que tal vez el problema sea otro mucho más evidente y en consonancia a lo que acabo de comentar. Si estos accidentes son más propios de países subdesarrollados, a lo mejor es que España se está acercando cada vez más a este tipo de naciones. Escalofriante.

A nadie se le escapa la crisis interna que la compañía Spanair ha estado sufriendo especialmente en los últimos meses. Algunos comentarios aparecidos en prensa económica incluso subrayaban que esta empresa ya se encontraba en un estado de quiebra técnica, esto es acumulación de fondos propios negativos, o dicho de otra forma, que el activo es menor que el pasivo. No voy a extenderme en el terreno económico porque no es mi especialidad y supongo que a la mayoría de mis lectores les sonará a chino, pero sí, lo cierto es que Spanair andaba coqueteando con su desaparición como empresa. No hay que ser muy listo para intuir que cuando un negocio tiene pérdidas, imperan los recortes, bien de personal, bien de materiales... Nos vamos acercando casi sin quererlo al meollo de la cuestión. Esto es lo que pasa en los países menos desarrollados que comentábamos antes, las medidas de seguridad se obvian por la falta de presupuesto, el personal es reducido y evidentemente con todo esto los porcentajes de riesgo se incrementan. Avión estrellado.

Pero sigamos subiendo peldaños en esta escalera de responsabilidad. Ya hemos visto que Spanair se había convertido en una compañía con serios problemas económicos. Hombre, esto me suena, el pan nuestro de cada día en España. Obviamente no es un caso aislado, como todos por desgracia sabemos. La economía española se descalabra, empezando por los empresarios y sus negocios y acabando como no podía ser de otra manera por los asalariados que acaban por convertirse en parados y sin ver un duro. Vamos, que al final el que lo paga todo es el ciudadano de a pie, a pesar de que ciertos hijos de puta se llenen la boca con la ayuda al más desfavorecido. Y los pasajeros del vuelo en cuestión eran gente normal y corriente, con ojos, nariz y boca. Sí, como los cientos de miles de parados que siguen copando las oficinas de empleo.

Y ahora me pregunto yo, ¿quién es el responsable de la hecatombre económica que sacude el país y a sus empresas (entre ellas Spanair) de forma más que aberrante? ¿Quién es el iluminado hijo de puta que jode por joder todo negocio viviente para luego dar la espalda, negar la crisis y desaparecer cuando se le piden explicaciones? ¿Quién es, en definitiva, el cabrón que ha arruinado el país en los últimos cuatro años y medio? Ya sabemos la respuesta. Y si seguimos con esta especie de silogismo macabro, haciéndonos preguntas sobre economía, empresas que quiebran y aviones que se estampan en mitad de Barajas, llegaremos a una conclusión que a más de uno le debería de hacer reflexionar sobre la barbaridad que cometió al escoger cierta papeleta en las últimas elecciones. Allá cada uno con su conciencia.
 
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