lunes, 20 de octubre de 2008

El genocida de Paracuellos

Santiago Carrillo Solares nace en Gijón en 1915, aunque muy pocos años después su familia se trasladaría a vivir a Madrid, donde Santiaguín, estrenando su adolescencia, comenzaría muy pronto a hacer de las suyas. Con tan sólo 15 años ya empieza a colaborar realizando tareas periodísticas para el panfleto de izquierda radical "El Socialista", y es así como casi sin quererlo comienza a conocer a grandes personalidades de la época tanto del periodismo como de la política. Su gran amistad con Largo Caballero hace que su carrera se catapulte de forma espectacular, siendo en 1934 nombrado secretario de las Juventudes Socialistas. Su carácter violento e intransiguente le hace participar muy activamente en diversas movilizaciones revolucionarias que van a dar ese mismo año con sus huesos en la cárcel. Pero poco dura su cautiverio, y para celebrarlo Carrillo decide viajar a Moscú para empaparse hasta la médula de todos los principios del comunismo más radical y asesino.

El inicio de la Guerra Civil pilla a Carrillo en París, aunque pronto cruza la frontera para llegar a Madrid, momento en que este malnacido comienza su andadura como auténtico criminal asesino. Durante el mes de agosto, Carrillo, al mando de varias checas, se dedicó a pulular por la sierra madrileña cometiendo todo tipo de atrocidades, martirios y aberraciones. Junto con otros milicianos entraba en iglesias, torturaba y asesinaba a monjas y sacerdotes, asaltaba mansiones, degollando a sus dueños y robando todo lo que podían cargar, y todo en nombre de su maldita "revolución". Tanta sangre derramada le da más galones todavía y cuando las juventudes socialistas y comunistas se unifican, es nombrado Secretario General de las nuevas Juventudes Socialistas Unificadas.

En las primeras horas del 7 de noviembre de 1936 un convoy de autobuses que traslada a presos políticos a diferentes cárceles es desviado hacia el municipio de Paracuellos del Jarama. Allí Carrillo y sus secuaces ya tienen organizado el pasaporte para todos ellos, que son fusilados sin remisión. A los dos días se repite la operación en Torrejón de Ardoz. En total se calcula que este hijo de la gran puta ordenó fusilar solamente en una semana a entre 5.000 y 20.000 personas. Todos estos viles asesinatos, negados reiteradamente por las posiciones izquierdistas y en otros casos reconocidos pero cambiando a los protagonistas, son conocidos como "la matanza de Paracuellos", y aquí tenemos al máximo responsable. Con todo este historial delictivo a sus espaldas, recién empezado el año 1937 Carrillo ingresa en el Partido Comunista donde, de nuevo a velocidad de vértigo, comienza a subir peldaños en la escalera de mando.

Evidentemente, una vez finalizada la guerra este cabronazo tuvo que emigrar de España y se tiró mucho tiempo viviendo en el exilio, pero que nadie se crea que permaneció quieto, puesto que el hecho de estar viajando por medio mundo le sirvió para entablar amistad con los líderes comunistas más sanguinarios a lo largo y ancho del orbe. Con la transición democrática Carrillo vuelve a España, el Partido Comunista es legalizado y se consigue representación parlamentaria, aunque todo esto en medio de la contradicción que para él debería haber supuesto acatar el régimen monárquico. Claro que fue el precio que tuvo que pagar para salvar su cabeza gracias a la famosa ley de Amnistía, por la cual todos los criminales de la Guerra Civil quedaban completamente impunes de las atrocidades cometidas en el pasado. Curiosamente a día de hoy algún juez iluminado quiere saltarse esta ley a la torera, la pregunta es si también nos la podríamos saltar en el caso de Carrillo.

En 1985 Carrillo es expulsado del Partido Comunista, se le ve como un carcamal, completamente anticuado y fuera de los valores democráticos de la España del momento. Tras varios intentos de crear partidos paralelos con convicciones bastante poco constitucionales acaba por entrar a formar parte del PSOE, donde apenas dura unos meses (nadie sabe aún por qué razón). Con la llegada al poder del loco iluminado Rodríguez Zapatero, Carrillo, aunque fuera ya del partido, expresa su apoyo manifiesto al führer pucelano. Pronto verá recompensada su fidelidad con un indignante doctorado Honoris Causa por la Universidad de Madrid. Y es que alguien debió de perder la cabeza, pero mucho, para premiar así a semejante criminal genocida. En los últimos años, y demostrando la poca calidad humana de ciertos medios de comunicación, este asqueroso asesino colabora frecuentemente con el diario El País y con la Cadena SER. Teniendo en cuenta la increíble longevidad de este genocida sinvergüenza, nunca antes había resultado tan cierto el refrán "mala hierba nunca muere".
 
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