Mientras todas estas chorradas acontecen, leo una noticia más que refleja en qué país de anormales acomplejados idiotizados se ha convertido España gracias a tanta pseudo-toleranZia, desigualdaZ y mariconeos varios. Expedientan a un fiscal por pedir que se abran las ventanas de la sala del tribunal porque el detenido que iba a ser juzgado olía que apestaba. Desde luego la cosa no tiene ni pies ni cabeza. Pero seguimos leyendo y comenzamos a entender. Resulta que el reo era una mujer de raza negra, y claro, no se puede decir que una persona de esta raza huele mal, oiga, aunque apeste a mierda putrefacta porque hace tres meses que no se ducha, porque entonces somos todos unos xenófobos, unos intolerantes y unos racistas de mierda. Si el que huele mal es blanco entonces no pasa nada, podemos insultarle, llamarle guarro cabrón y escupirle a la cara. Y ya encima si es varón, español, católico y no vota al PSOE podemos cortarle los cojones, darle una paliza y hasta pegarle un tiro si se nos pone muy tonto. No comento más, manda huevos hasta dónde hemos llegado.
Y entre tanto rancio despropósito, llegan los etarras, ponen un coche bomba y Rubalcabrón nos sale diciendo que no tenían intención de matar. Pues nada, todos a poner bombas por ahí, eso sí, sin intención de matar, eh, que somos todos muy progres y guays. Para más guasa, el partido nazisociata va al Congreso a insultar a las demás fuerzas políticas, para qué coño se van a molestar en arreglar el país que ellos mismos han destrozado, uf, demasiado trabajo, es más cómodo descalificar, echar las culpas a los demás y manipular un poquito más los cerebros. Menos mal que entre toda la mierda nos sale una española de adopción (tiene narices la cosa), que sintiéndose mucho más patriota que muchos hijos de puta nacidos en España pero renegados de su patria, nos habla sobre la importancia de Ceuta y Melilla, siente vergüenza ajena por las cabalgatas del orgullo maricón, muestra un respeto que parecía irremisiblemente perdido hacia la religión católica y sosiega las aguas de un país que cada día más navega a la deriva. Sí, señores, estoy hablando de la reina Doña Sofía, un aplauso para ella.