martes, 28 de octubre de 2008

Los progres se ríen de los pobres

Un día más en el comedor social, esto es algo que les encanta a los nazisociatas, ver como mucha gente normal de la calle acaba viviendo como putos miserables, mendigando por un chusco de pan que echarse a la boca y sin un puto duro para permitirse nada, gracias ZP. Hoy he llegado un poco más tarde, antes de pasar por el ritual de la cola de la comida echo un ojo al comedor y veo en la mesa de siempre a mis habituales compañeros de mantel (y eso que aún no hace ni una semana que los conozco). Hoy están todos, Toni, Borrás, el doctor Tomás y Jesús, con el cual no sé por qué pero tengo especial simpatía. Ni siquiera miro a los platos, tan sólo cuando llego a la mesa y los sitúo delante de mí, me doy cuenta de que hoy tenemos una sopa con cuatro o cinco fideos flotando cual icebergs perdidos y de segundo entremeses variados (tan variados como jamón york, mortadela y queso). Tras los pertinentes saludos y comenzar a mitigar mi hambre, me sumo de lleno en la conversación de la mesa.

Jesús está contando, con una mezcla entre pena y resignación, que el otro día casi se vio envuelto en una pelea en un bar. Con unos pocos euros que consiguió, decidió darse un homenaje con un par de cervezas a media tarde. Se acercó a un local de su barrio por el cual, antes de su inducida desgracia económica, solía parar bastante. Allí saludó a viejos amigos y les habló de su actual situación mientras consumía un par de tercios. Pero estos hijos de puta están por todas partes, es inevitable, y además jodiendo a las personas normales hasta puntos insospechados. Allí estaban los dos típicos progres de turno, él y ella, con sus estrafalarias indumentarias de gilipollas y entrometiéndose en cualquier conversación que a ellos les pareciera que atentaba contra su régimen fascista e intolerante. Al oír la historia de Jesús pronto se acercaron a soltarle unos cuantos improperios, llamarle vago, machista y unas cuantas lindezas más. Para acabar riéndose de él y de su situación, y decirle que lo tenía bien merecido por ser un "facha" que no le votaba a Zapatero.

Realmente esta gente son malvados, auténticos hijos de la gran puta, gentuza que no merece estar viviendo, y es que ridiculizar y carcajearse de un pobre, más cuando tú eres uno de los responsables de su pobreza, es de ser un maldito cabrón. Jesús no pudo por más que levantarse y plantarles cara, en medio de las amenazas, la chulería y nuevos improperios de estos bastardos mierdosos. El asunto se puso muy feo cuando empezaron los empujones mutuos y el dueño del bar tuvo que intervenir para poner orden, reclamando que por favor los tres abandonaran su establecimiento. Pero los progretas son tan capullos y anormales que aún después de la que estaban montando pidieron la hoja de reclamaciones del local y aseguraron que iban a denunciar al propietario por dejar entrar a vagabundos violentos como Jesús. Él no daba crédito a lo que veía, como ninguno de los que estábamos ahora mismo en la misma dábamos crédito a lo que nos contaba. Finalmente nuestro amigo, haciendo gala de mucha más educación y cordura que estos hijos de mala madre, se despidió de sus conocidos del bar y se marchó para evitar males mayores. Y es que contra estos nazis tarados irracionales poco más se puede hacer.

Tomás apenas hizo ningún comentario, Borrás no hacía más que repetir la expresión "hijos de puta" y yo compartía las palabras y la opinión de Jesús hacia esta gentuza, son malos por naturaleza. Pero lo que más me impactó fue la expresión del siempre risueño Toni, con la cabeza gacha y la nariz casi tocando el plato, estaba realmente triste, como dolido de verdad por esta anécdota que acababa de contar Jesús. Cuándo le di una palmada en la espalda y le pregunté qué le pasaba, Toni, en cierto modo titubeante, comenzó a contar una historia mucho más triste y patética. Realmente nadie sabía muy bien cuál había sido su vida familiar, y quizá era mucho mejor no saberlo. Nos contó que enviudó cuando su hijo aún era un adolescente, con lo cual tuvo que educarle durante esa difícil etapa él solo. Cuando su hijo llegó a la veintena, hace unos pocos años, de pronto optó por distanciarse de Toni, hasta extremos insospechados, llegando incluso al insulto y a la agresión verbal. Alrededor de esa época comenzaron sus dificultades económicas y su hijo directamente desapareció. Poco después supo que se había enrolado en las filas del PSOE, donde le habían lavado el cerebro de forma espectacular, especialmente contra la figura "tiránica" que significaba un padre que no tenía las mismas ideas naziprogres de las que mamaba en cada reunión del partido.

No quisimos saber más, intentamos desviar la conversación y cambiar de tema. Pero era evidente que todos los que allí estábamos sentados comenzamos a sentir auténtica repugnancia y nos dábamos cuenta de qué tipo de gente era la que formaba parte del actual PSOE, qué clase de basura eran sus simpatizantes, sus votantes, y como tenían la sangre fría de dejar que un padre en la más absoluta de las ruinas por culpa de ellos ahora tuviera que estar mendigando la comida como un jodido pordiosero rosoño. Y no es que Toni fuera precisamente un explotador laboral, un opulente ricachón, un empresario de renombre o un político sin escrúpulos. Simplemente era un capataz de obra, con unos estudios bastante medianos, que había intentado llevar adelante a su familia con el dinerito que traía a casa todos los meses. Hasta que los iluminados nazisociatas decidieron que ya era suficiente, para él y para muchos otros, y que había que enviar a media España al paro solamente por joder, y no darles trabajo bajo ningún concepto, que sufran y se peguen un tiro.

Acabando ya de comer me vino a la mente la escena del otro día, con el tipo aquel que le metió un cuchillazo a la tipa asquerosa del pelo rojo y las lupas de pasta. Les pregunté a Borrás y a Toni, que eran los más enterados de todos los tejemanejes del comedor, qué es lo que había pasado con el tiparraco en cuestión. No se le había vuelto a ver por allí, es lógico, si no le habían detenido ya, lo más probable era que el próximo día que se acercara por el comedor, alguien alertara de su presencia a la policía para que fuera arrestado. Tampoco sabían nada en absoluto sobre su persona, al parecer no llevaba mucho tiempo viniendo por aquí y no se relacionaba con nadie. Otro personaje que me llamaba mucho la atención era el forzudo rubio y alto que tenía pinta de extranjero, siempre comía solo, y parecía más un actor de películas de acción de los años 90 que un vagabundo. Borrás me dijo que le llamaban "el ruso", aunque realmente no tenían muy claro de que país era, pero seguramente no se desviarían mucho. Al parecer trabajaba en una empresa de reformas que se fue al garete hace unos meses y desde entonces, no encontrando nueva colocación, ni consiguiendo dinero suficiente para regresar a su patria, viene todos los días a comer.

Ya hemos acabado con nuestro platos. Tomás, que hoy ha permanecido en silencio casi durante toda la comida, alega que tiene un compromiso esta tarde y se marcha con bastante prisa. Los demás parece que no tenemos nada que hacer, desde luego trabajo no tenemos, dinero tampoco, así que, salvo pasear, no hay muchas más ocupaciones. Salimos lentamente del comedor social, Toni va el último y comienza a renegar. Nos giramos a ver qué le pasa y se queja de que ya no tiene ni dinero para tabaco y que el mono muchas veces le persigue. Tuvo que dejar de fumar a causa de su delicada situación económica, pero no ha conseguido aún quitarse el vicio. Muchas veces incluso parece que se esté fumando un pitillo imaginario. Jesús, que cuando está de buen humor le saca punta a todo, pronto hace un pequeño chiste al respecto. Zapatero ha prohibido el tabaco en multitud de sitios, y como la gente no ha dejado de fumar ni con esas, pues ahora ha decidido eliminar el vicio de raíz. No dinero, no tabaco. Borrás se ríe y Toni se caga en la puta madre que parió al dictador pucelano. Yo también lo hago. Todos lo hacemos.
 
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